Año nuevo, año de variantes
Damos inicio a un nuevo año en el cual el stress de las
noticias ha invadido nuevamente cada amanecer y más allá de las notas que
detallan la insidiosa violencia que se niega a dejarnos o el cáncer de la
corrupción que continua haciendo metástasis, la única situación que a todos nos
ha desvelado, para bien o para mal, ha sido el persistente incremento de la
contagiosidad del virus del Covid19 (SARSCoV2).
Los habitantes del mundo en estos dos años de pandemia
hemos oído de diferentes nombres asignados a las variantes genómicas que ha
tenido el virus inicial y después de preocuparnos por las variantes Gamma o
delta, este 2022 arrancamos con una variante Ómicron que parecería
arrinconarnos a nuestros hogares y en el querer de muchos en repetir las etapas
arcaicas de cuarentenas que hoy por hoy ya no se justificarían, pero si
generarían otro tipo de consecuencias.
En la fecha ya tenemos certeza de una situación ya
descripta con el virus SARSCoV2 y es su capacidad migrar, cambiar, camuflarse;
para no ir muy lejos, en Colombia en el último reporte del Instituto nacional
de salud INS se da cuenta de haberse identificado 162 linajes (79 sublinajes de variante Delta y 2 de variante Mu)
con lo que nuestro país supera los 11 mil genomas reportados y eso sin haber secuenciado
el tan popular Ómicron que en la primera semana de enero marcaba su liderazgo y
nos seguirá “encrespando” en los próximos días y semanas.
Pero el hecho de que el virus mute, cambie o se transforme
pudiera además de ser apabullante y convertirse en el “coco” de las nuevas
normalidades, podría ser una oportunidad para que en este 2022 también se posea
una variación de la epidemia y en su lugar podamos hablar de endemia y no
perder de vista que independiente de esta o la variante que surja mañana, la
medidas de control seguirán siendo las mismas: vacunación, tapabocas, lavado
frecuente de manos y actividades en sitios con buena ventilación.
El alarmante surgimiento de la última variante no debe hacernos olvidar
que ya estamos en una era de la responsabilidad individual y personalísima de
cada individuo, en la forma en la cual se asume estos nuevos tiempos y que así
el personal científico pareciéramos hacer realidad nuestro papel como aparece
en la película “Don't Look Up”, con
mensajes que para muchos pasan desapercibidos, no podemos caer en el extremismo
de imponer normas de obligado cumplimiento cuando estas no han sido precedidas
de la adecuada y pertinente pedagogía y concientización a efectos de forzar
nuevos comportamientos, que de verdad, se conviertan en variantes ante estas
nuevas realidades de la salud comunitaria sin perder las bases de las medidas
de control ya enunciadas que seguirán permaneciendo en el tiempo.
José Norman Salazar González
publicado la patria, Domingo 9 de enero de 2022
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